Sobre "Méxio Y La Santa Muerte." (Español)
México y la Santa Muerte es una pieza profundamente personal. Nací y crecí en Costa Rica, con una madre mexicana y un padre suizo, y desde siempre he sentido una identidad mexicana que, aunque distante en lo geográfico, ha vivido conmigo en lo afectivo. Esta obra es mi manera de mirar hacia México con la misma intensidad con la que México me ha mirado siempre: un país que vibra en color y belleza, pero que también carga con heridas, contrastes y contradicciones.
La figura de la Santa Muerte emerge en este paisaje como un símbolo de todo eso. No es solo devoción, ni solo contradicción: es refugio, es espejo, es síntesis emocional e histórica. En su forma conviven lo prehispánico y lo actual, lo sagrado y lo marginal. La pieza no busca explicarla, ni juzgarla, sino situarla visualmente en los bordes, las calles y los imaginarios que ella habita.
Formalmente, el video está construido como un único plano secuencia que se desplaza de derecha a izquierda y vuelve al punto de partida, formando un bucle continuo. Sin música, solo con diseño sonoro del entorno, la pieza apuesta por la contemplación. La imagen fue construida a través de un proceso de medios mixtos que combina más de diez herramientas de inteligencia artificial junto con fotografía intervenida y técnicas tradicionales. Esa mezcla no busca realismo, sino una textura afectiva, una procesión visual donde cada paisaje se vuelve altar.
México y la Santa Muerte no es un documental ni una tesis. Es un mapa emocional. Cada fragmento, cada barrio, cada montaña, cada figura; es una sensación condensada. La cámara no registra, atraviesa. Inscribe a la Santa Muerte en lo que celebra y en lo que duele, en lo que brilla y en lo que arde.
Esta obra no intenta dar respuestas, sino dejar una pregunta flotando: ¿por qué esta devoción florece en medio de tanto color y tanta herida? Para mí, esta pieza es un acto de pertenencia, pero también de escucha. Una invitación a mirar sin prisa, a aceptar las tensiones que habitan en toda identidad, y a reconocer que también nosotros, como la cámara, estamos en un movimiento lateral y continuo. Siempre regresando. Siempre observando de nuevo.
Andrés Bronnimann